La luz es fuente de vida, es alegría, es posibilidad de moverse, capacidad para saber por dónde nos movemos; la sal da sabor a las comidas, las conserva, las hace perdurar. Ser luz o ser sal, de forma real o de forma simbólica, es algo importante; tan importante que el propio Jesús llegará a decirnos que tenemos que ser luz y sal. Pero hay sal en condiciones y hay "sal tonta", como dice literalmente el Evangelio de hoy; y también hay luces y luces.
"Nosotros somos la sal de la tierra, la luz del mundo".






